La excursion hasta el Filo tarda mas o menos 3 horas y media para llegar hasta arriba y una hora para la vuelta. Diego, con su companero Rosinante, un caballo blanco muy valioso, sube por un otro lado con la comida por la merienda. Nosotros pasamos por la Sierra que se ve en frente de la casa con David y Tomas, dos guias que tienen energia sin fin.

Al principio, pasamos por el refugio y la cueva antes de subir mas alla. Disfrutamos de la sombra que nos dan estos dos lugares para escuchar las historias de David sobre la construccion paso a paso del proyecto « Altos del Condor ». Algunos condores y distintos jotes ya se pueden observar pero todavia estan bastante lejos y solo podemos reconocerlos con las binoculares : hay que ir mas arriba !

Desde la cueva, el camino cambia un poco, se hace mas estrecho y el paysaje mas seco. Al final, despues de una subida bastante fuerte entre piedras y arbolitos llegamos a una meseta muy linda, donde se puede encontrar vacas y sobre todo condores pasando a unos metros de nuestra cabeza. Ya no hace falta binoculares. El punto final merece el esfuerzo que hicimos !

Entre piedras y hierbas secas, David y su companero Diego preparan un asado increible con carnes y verduras, trozos de morcilla y bebidas frescas. De todo lo que comimos no me le puedo recordar, pero despues de tanto esfuerzo, esta comida fue mas que bienvenida ! El descanso que sigue nos permite hablar de nuevo de los condores y observarlos desde una piedra por donde se ve abajo. Desde alla, parece que somos los reyes de mundo y es una sensacion increible.

La bajada que sigue se hace con un ritmo tranquillo. Cuando el caballo de Diego, que baja con nosotros, se para, hay que golpear en su culo (« lui taper sur le cul » en Francès), lo que nosotros, ultimo de la fila, nos encargamos. Al final, toda la gente que hizo la excursion se va con la sonrisa en los labios, sonrisa de la gente que no se conocia antes y que paso un buen dia juntos al final...

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Dans les quelques randonnées que la famille propose, la plus intéressante, la plus spectaculaire et bien celle qui nous mène tout en haut de la montagne. Départ à pied vers 9h, avec une petite dizaine de personnes. Pendant ce temps, Diego et son cheval passe par l'autre coté pour amener de quoi préparer le repas du midi.

On commence l’ascension qui durera un peu plus de 3 heures. Il faut avouer que le rythme est « familial », une petite fille d'à peine 6 ans fait partie du voyage. Au fur et à mesure que l'on prends de l'altitude, David (fils de la famille, guide de la randonnée) nous donne des informations sur la faune et la flore. On commence à apercevoir des condors, des aigles, des jote. Thomas (le plus jeune des fils) est à l’affût du moindre oiseau, du moindre nid d'abeilles, d'une araignée en train de pondre, etc...

Le moment est venu de gravir les derniers mètres, sous le soleil, mais avec la certitude de partager un bon repas. Au menu : olives, morcillas (sorte de boudin noir), chori (grosse saucisse à cuire), patates douces, zapacho (courgette locale), poivron grillés, et bifteck... De quoi satisfaire l’ appétit de tou(te)s. Le tout à 2000 mètres d'altitude, avec une vue imprenable sur la vallée, dans un cadre magnifique, et en contemplant régulièrement le vol des condors...

Mais toutes les bonnes choses ont une fin, il est temps de redescendre avant que le soleil ne se couche. On repart doucement, bercés par les anecdotes que David sème au grès des mètres perdus. Ce fut une journée fatigante, mais c'est sur, qu'est-ce qu'elle est généreuse cette Nature...